Los síntomas y signos que directa o indirectamente sugieren la existencia de una fractura son siete:
Mientras algunas fracturas presentan sólo algunos de ellos,
otras se manifiestan con toda la sintomatología completa, sin embargo de todos
los síntomas antes mencionados solamente dos son patognomónicos: crépito óseo y
movilidad anormal del segmento comprometido.
En la mayoría de
los casos, la anamnesis y el buen examen físico permiten sospechar fundadamente
el diagnóstico; el examen radiográfico no hace otra cosa que confirmarlo. Sin
embargo, la exigencia de realizar un correcto estudio radiográfico es absoluta,
esto debido ha:
1. Confirma la existencia de la fractura.
2. Informa de las características anatómicas de
la fractura, que no siempre pueden ser determinadas por el examen clínico:
posición de los fragmentos, número y orientación de los rasgos de fractura, angulación,
acabalgamiento, rotación, etc., son datos semiológicos que la radiografía
informa con exactitud.
3. En lesiones en que el diagnóstico es
evidente, la radiografía puede demostrar otras lesiones no detectadas.
4. Hay un aspecto médico-legal involucrado.
Puede resultar muy difícil para el médico justificar la omisión de un estudio
radiográfico cuando se ignoró la existencia de una fractura, que llevó a un diagnóstico
y a un tratamiento equívoco.
Juan Fortune Haverbeck,
Jaime Paulos Arenas y Carlos Liendo Palma. (2005). Manual de Ortopedia y
Traumatología. Santiago: Escuela de Medicina UC.